Mayo 26, 2017.
El impacto de la disminución de la luz solar y el retraimiento que eso genera en las personas, se suele asociar a un Trastorno Afectivo Estacional durante los meses de otoño e invierno. Algunas características de su sintomatología son las alteraciones del humor propias de la depresión, como tristeza, ansiedad, astenia, irritabilidad y disminución de la libido. Y también puede haber un predominio de síntomas vegetativos, como hipersomnia, aumento del apetito, aumento de peso, cansancio físico y una alta sensibilidad al rechazo interpersonal.
Francisco Flores, psicólogo y director de la Fundación Mente Sana, detalla que existe una discusión y desacuerdo respecto a los factores causantes de esta sintomatología. Quienes tienen una mirada médica proponen que se origina a partir de la falta de exposición a la luz, que genera una dinámica entre factores genéticos, neurotransmisores, sistema endocrino y sistema inmune. La luz es necesaria para producir y regular hormonas que están implicadas en la actividad, como la serotonina y la dopamina.
Desde un enfoque más psicodinámico, se asume que producto de la disminución de luz en general, se produce un retraimiento de la vida social, repercutiendo en el ánimo y humor. Esto principalmente porque es el escenario ideal para reactivar conflictos internos que vuelven a emerger.
Ante esta realidad, el especialista nos entrega algunos tips para que podamos tomar en cuenta si nuestro ánimo se ve afectado con el cambio de estaciones:
- Aumentar la exposición a la luz solar -siempre en la medida de lo posible- mediante paseos y caminatas durante los días más claros.
- Reforzar nuestras interacciones y vida social, como conversaciones familiares, con amigos, tener actividades de entretención y esparcimiento, generar lazos con grupos y círculos de interés.
- Actividades de higiene mental y física, como mantenerse activo, incrementar el ejercicio físico, descanso y sueño apropiado, ajustándose a los cambios de horarios. También es importante tener una dieta equilibrada para no refugiar nuestras ansiedades en la alimentación, produciendo un círculo vicioso de nuestro ánimo
- Asumir las dificultades como propias, no sólo como “producidas” o ajenas a mi voluntad y decisión, pues también pueden ser síntoma de un malestar personal y en ese sentido una oportunidad para enfrentar y tomar decisiones.
Ahora, si consideras que los síntomas están interfiriendo de un modo significativo en tu calidad de vida, es importante que consultes a un especialista.