Abril 20, 2022
Al acercarse el Día Internacional de la Concienciación contra el Ruido, el próximo 27 de abril, cabe cuestionarse los efectos de éste en nuestro organismo.
El ruido ambiental es uno de los contaminantes más molestos y tiene una incidencia directa sobre el bienestar de la población. Las personas sometidas a grandes ruidos en forma continua experimentan diversos trastornos en la actividad cerebral, cardiaca, respiratoria, molestias gastrointestinales, perturbación del sueño y stress, entre otros.
Una de las consecuencias “silenciosas” de los ruidos molestos es la hipoacusia o pérdida parcial de la audición. Según el fonoaudiólogo de Gaes Chile Luciano García, el problema es que la pérdida auditiva se produce en forma paulatina y muchas personas se van acostumbrando y no son conscientes de lo que les pasa hasta que comienzan a escuchar más bajo, entrecortado, o simplemente se acostumbran a que se les repita parte de una conversación. “Es importante detectar a tiempo los síntomas de este tipo de enfermedades, porque -de acuerdo con lo que indica la OMS-, aproximadamente la mitad de los casos de discapacidades auditivas se pueden prevenir, sobre todo con la oportuna modificación de algunos hábitos”, recalca, y además nos datea con algunos consejos básicos para proteger los oídos:
- Bajar el volumen de la televisión, radio o equipo de sonido.
- No abusar del uso de reproductores de música durante más de una hora al día y con un volumen por debajo del 60% del máximo posible.
- No exponerse a ruidos fuertes ni utilizar audífonos para oír música a todo volumen.
- Abandonar un lugar cuando el sonido sea muy alto.
- Si se trabaja con equipos ruidosos, usar protección auditiva.
- Tener especial cuidado con los oídos cuando se presentan resfríos, gripes o infecciones, que -a la larga- pueden causar pérdida auditiva. Se debe recordar que las infecciones están consideradas como la segunda causa de pérdida de la audición.
- Al ducharse o nadar, es conveniente usar tapones a medida para protegerse de la humedad en el conducto auditivo externo. Se debe tratar de que sean de material hipoalergénico, flexible y ligero.
- No introducir objetos en el oído, ni siquiera los bastoncillos de algodón, ya que se puede dañar la membrana, el interior o provocar tapones con el cerumen acumulado.
- Realizar estudios a los niños si se les detectan retrasos tanto en el aprendizaje como en el habla, ya que podría tratarse de problemas auditivos.
- Visitar al médico especialista cuando se presente alguna molestia en el oído y evitar la automedicación.
Existen aplicaciones que se pueden descargar a dispositivos móviles, y que permiten saber a cuántos decibeles nos exponemos. Para conocer el riesgo de cada medida, la OMS tiene una tabla de valores con los efectos nocivos que estos pueden producir:
- Decibeles desde 30. Dificultad en conciliar el sueño, pérdida de calidad del sueño.
- Decibeles desde 40. Dificultad en la comunicación verbal.
- Decibeles desde 45. Probable interrupción del sueño.
- Decibeles desde 50. Malestar diurno moderado.
- Decibeles desde 55. Malestar diurno fuerte.
- Decibeles desde 65. Comunicación verbal extremadamente difícil.
- Decibeles desde 75. Pérdida de oído a largo plazo.
- Decibeles desde 110 a 140. Pérdida de oído a corto plazo.